Un afamado científico da con la
fórmula de la invisibilidad y hace lo que cualquiera haría con ese poder,
putear al personal y ver mujeres desnudas.
Una
revisión del mito del hombre invisible que se parapeta tras unos soberbios
efectos visuales y con la que Paul Verhoeven vuelve a sacar los colores al ser
humano sacando lo peor de nosotros mismos. Con un final algo pirotécnico que le
resta algún entero, sin embargo y como sucede con todos los trabajos de
Verhoeven merece la pena, contando además con un estupendo Kevin Bacon en modo
motherfucker y una Elisabeth Shue que para nada es invisible a los ojos del
espectador.
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