Una
nave terrestre comandada por el teniente Frank Debrin y un clon de Tony Leblanc
aterriza en un planeta que resulta ser el lugar más idílico de la galaxia
cuándo encuentran un robot capaz de crear de la nada cualquier cosa que se le
pida y a una bellísima joven con la manía de vestir siempre de corto. Aunque lo
de que haya una fuerza invisible deseosa de aniquilar a toda la tripulación lo
hace menos idílico.
Una delicia que combina con
notable acierto el género pulp con la ciencia ficción más sesuda. Con unos
decorados espectaculares, una imaginería visual que a día de hoy sigue
funcionando plenamente y unos efectos especiales grandiosos, que para quien los considere
ingenuos (que los hay) decirles que la película tiene más de sesenta años y
existe una cosa llamada perspectiva. Y encima nos presenta al padre de C3PO,
¿verdad Lucas?
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