Axel Foley y su sempiterna sonrisa profident
deben regresar a Beverly Hills para hacerse cargo de una nueva investigación
policial y de paso marcarse varios vaciles entre el beauty personal de
tan elegante ciudad.
De
inicio forzado y forzoso, esta secuela está dirigida con oficio por el bueno de
Tony Scott, quien logra enderezar la película en su segundo tramo ofreciendo un inocuo
entretenimiento a mayor gloria de un Eddie Murphy tremendamente cómodo y
donde el peso de la comedia deja paso a una acción más frenética made in Tony
Scott. Tiros, chistes y musiquita guapa para una secuela construida a la medida
de Murphy y su tremenda vis cómica.
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