En
la retaguardia del frente en mitad de la guerra, un grupo de cirujanos con manos
como las del doctor Cavadas y cerebros como los de Rafa Mora, tratan de aliviar
las tensiones del conflicto jugando al golf, bebiendo y persiguiendo enfermeras
en el mejor estilo Benny Hill.
En su momento, una ácida comedia
que se atrevía a hacer sátira de algo tan serio como la guerra, teniendo además
en cuenta que por aquel entonces Estados Unidos estaba metido de lleno en una,
además de mostrar en pantalla explícitas escenas de operaciones. Pero el tiempo
pasa y vista hoy en día es una acumulación de gags sin gracia, en especial por
lo cargantes que resultan los personajes de Shuterland, Gould y Skerritt, con el gravante añadido de que los mejores personajes quedan relegados a pequeñas apariciones, caso de Radar o
el Coronel Blake. Y respecto a las escenas de operaciones, igualadas y superadas en Saber vivir. Uno de
esos títulos a los que el paso del tiempo no es que trate mal, es que acaba por
sacarle las costuras.
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