Robin,
su eterna sonrisa profident y su cuadrilla de jocosos ladrones tienen al
príncipe Juan de los nervios por su odiosa costumbre de robar a los ricos para
repartirlo entre los pobres, algo de lo que tomarían buena cuenta nuestros
políticos actuales para hacer lo propio pero invirtiendo el orden de los
factores.
Maravillosa cinta llena de
vibrante acción y un bello romance en ciernes, que exuda technicolor por los
cuatro costados y que es sin duda una de las cintas señeras dentro del género
de aventuras. Errol Flynn se convierte aquí en paradigma del galán de
Hollywood, Olivia De Havilland en la perfecta dama en apuros y Basil Rathbone
en un genial villano de libro. Un título que demuestra que ya hace ochenta años
podían filmarse secuencias espectaculares, y sin ayuda del croma.
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