El
joven Antoine Doinel está acostumbrado a que la vida le trate a palos, recibe palos
en la escuela, recibe palos en casa, recibe palos en la calle, con lo que se
convierte en firme aspirante a tertuliano en el Salvame Diario.
Francois Truffaut nos muestra un
tierno a la vez que duro retrato de la infancia a través del cual se
psicoanaliza a si mismo y de paso se inventa un nuevo género cinematográfico,
la Nouvelle Vague. El joven protagonista, Jean-Pierre Lèaud, traspasa la
pantalla y la película se convierte en un bello y amargo fresco de juventud a
pesar de perder parte de esa frescura en su acto final. Uno de los incunables
de todo cinéfilo que se precie.
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