En
plena contienda mundial, un grupo de soldados aliados se pasan por el arco del
triunfo todo aquello que habla del honor, el combate limpio y la grandeza de la
batalla para dedicarse a machacar cráneos nazis en simpáticas y sin embargo
sangrientas escaramuzas.
Tarantino deja de lado los libros
de historia para ofrecer su personalísimo sello a este homenaje al cine bélico
sobre la Segunda Guerra Mundial donde continúa escupiendo homenajes y guiños a
toda la filmografía habida y por haber degustada por este cinéfilo y cinefago de
pro. De paso vuelve a dejar claro que es todo un grande en la dirección de
actores (dando a Christoph Waltz el primero de sus merecidos Oscar) y nos
ofrece unas secuencias donde el suspense es el gran protagonista, logrando que
el espectador aguante saliva en no pocos momentos. Y como Tarantino es así, aprovecha para permitirse
el lujo de orquestar su particular venganza sobre el mismísimo Führer.
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