Antonio
es el campeón de los desgraciados, un pobre hombre con todos los boletos de la
mala fortuna en su mano pero con un hijo capaz de acompañar a su padre hasta el
fin del mundo en busca de una bicicleta robada, si, el título spoilea la
historia.
Obra cumbre del neorrealismo
italiano dirigida con una soberbia sencillez por Vittorio de Sica, quien nos
adentra entre las calles y la gente de una Italia de posguerra trasladándonos
literalmente hasta esa época y lugar. Con unas actuaciones sobresalientes, en
muchos casos provenientes de actores no profesionales, quizás ese sea el motivo
de la verdad que destilan los personajes, la película logra a cada momento su
propósito de atrapar al espectador en un tipo de cine donde los efectos
visuales y las grandes historias son mera quimera. Y con moralina final
incluida. Si no la has visto no te convalidan el carnet de cinéfilo.
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