miércoles, 4 de noviembre de 2020

EL PRECIO DEL PODER (1983)


Tony Montana condensa en su escaso metro setenta toneladas de mala leche y ambición desmedida, lo que le lleva a que, sus aspiraciones, no se limiten a la cata del material con el que trafica.

Brian De Palma remakeaba el clásico de 1932 de Howard Hawks sustituyendo el alcohol por la coca como macguffin de una trama que justifique las acciones, casi siempre poco edificantes, de su protagonista. La ironía la encontramos en un relato construido por un Oliver Stone en plena dependencia de la cocaína, lo que lleva a un soberbio guion donde no hay lugar para la redención y si para la violencia. Al Pacino dejaba de lado el estilo pausado e inexpresivo de Michael Corleone para dar vida a un torbellino cubano incapaz de parar quieto medio segundo. Eso sí, listo como las ratas, capaz de ascender de chico de los recados a magnate de la droga llevándose consigo por el camino a una musa con la mirada de Michelle Pfeiffer. Y anda que no se han vendido camisetas con Tony Montana blandiendo su M16.

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