Una
ciudad en blanco y negro donde la corrupción, la muerte y la venganza es el pan
nuestro de cada día. Vamos, una versión de Marbella sin la sofisticación de la
ciudad de la que fuera alcalde, siguiendo con el mundo del tebeo, esa especie de Kinping cañi,
Jesús Gil.
Robert Rodríguez deja patente su
amor por el cómic de Frank Miller,
y no porque le dejará dirigir algún
trocillo de película, sino porque logra trasladar las viñetas de manera
literal, tanto en forma como en contenido. El casting es de los buenos, la
violencia no tiene filtros, los tipos
son duros de verdad y las tías buenas campan a sus anchas, ¿qué más se puede
pedir?
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