Los
romanos le tocan las narices nada menos que a Kirk Douglas y acaban
encontrándose lo normal en estos casos, la mayor revuelta jamás habida contra
la República Romana.
Stanley Kubrick se apoya en un
personaje histórico (y no me refiero al Espartaco que en los ochenta fuera
carne de toda fiesta Marbellí que se preciara) y dirige uno de los clásicos
indiscutibles de la historia del cine con reparto de lujo y un Kirk Douglas
icónico luciendo pectorales, unas secuencias de multitudes espectacularmente
rodadas y dando además minutos al amor, el
de él con ella, él con él…ya saben, de aquí viene lo de ¿te gustan las películas
de gladiadores? Carne de Semana Santa televisiva casi segura.
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