En
una época en la que molaban los bigotones y tener el SIDA era una condena a
muerte, a Ron Woodroof le dan una mala noticia, y ahí va una pista, no es que
los bigotes ya no están de moda.
Matthew McConaughey demuestra que
todos estos años en Hollywood además de servirle para hacer surf y mimar sus
abdominales le han convertido en un actor de verdad, algo que deja patente con
su admirable interpretación. Una cinta que supura drama pero también ganas de
superar la adversidad, y lo hace a través de la historia real de un tipo que
evoluciona de cabrón egocéntrico a casi hermanita de la caridad a través de un
viaje sin retorno al que es capaz de sacarle seis años y once meses sobre lo inicialmente
previsto.
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