J.J.
Gittes es un investigador privado de
esos de gorro calado y cigarrillo en la boca que de tanto meter la nariz en
asuntos ajenos acaba por perderla.
Roman Polansky nos devuelve la
esencia pura del cine negro de los años cuarenta en este título de guion sobresaliente
y exquisita ambientación que nos imbuye en plenos años treinta en Los Ángeles. Jack
Nicholson está impagable como ese detective concienzudo y duro como pocos que
va metiéndose poco a poco en una maraña de la que es difícil salir. Y con un
final que solo un Polansky post asesinato de su mujer e hijo podía incluir,
obviando incluso el plasmado en el propio guion de Robert Towne.
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