Un montón de soldados se hacen
preguntas antes y después de entrar en la batalla, algunas muy chorras por
cierto. Pero cuando llega la hora de pegar tiros se dejan de pensamientos
inútiles para tratar de salvar el pellejo.
A
Terrence Malik le da por ir de autor de culto metafísico (que tampoco es que
sorprenda a nadie) y lo que podía haber sido un peliculón bélico de primer
nivel acaba siendo una soporífera película a la que le sobra una hora de
metraje. Salen muchos actores conocidos, eso sí, aunque algunos prácticamente
no tienen ni frase, y los que se quedaron en la sala de montaje. Vamos, mucha
pedantería suelta.
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