Unos
delincuentes de muy poca monta y una suma de neuronas más bien escasa deciden
asaltar una timba de cartas ilegal formada por gentes de la peor calaña como
mafiosos, asesinos, incluso algún político de centro. Es de lógica imaginar que
esa idea no puede acabar bien.
Una de esas películas que uno
descubre casi de tapadillo oculta entre cientos de blockbuster veraniegos.
Cimentada en unos estupendos diálogos, este es un título donde la suavidad es
muy importante. Escenas pausadas, movimientos de cámara nimios, largas y
tranquilas peroratas entre personajes, hasta los más cruentos asesinatos son
filmados deteniendo el tempo de la secuencia. Brad Pitt recupera el tupé de
antaño y ya que pone la pasta con su productora Plan B se queda con el mejor
personaje, eso sí, con permiso de James Gandolfini.
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