Dos chicos, uno judío y otro
hebreo se hacen amigos en plenos años veinte, es de imaginar que de dicha unión
no puede salir nada bueno, y así es como poco después esta pareja es cabeza de
cartel de un grupillo de gangsters encantados de haberse conocido.
Cuando
hablamos de esta película como el testamento cinematográfico de Sergio Leone lo
hacemos en el sentido más literal de la palabra, ya que los enfrentamientos con
la productora por no ver cercenada su obra se llevaron por delante al mítico
director vía ataque al corazón. Con un sobresaliente guion, un montaje para
estudiar en las escuelas de cine y unos actores de matrícula de honor que más
podemos decir sobre esta obra maestra. Vale, que el compositor Ennio Morricone
ofrece aquí uno de sus mejores trabajos. Acomódense en el sofá, desconecten el
móvil y déjense llevar por cinco horas de cine con mayúsculas. Que al fin y al
cabo es lo que era el maestro Leone, puro cine.
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