jueves, 18 de julio de 2019

ALIEN, EL OCTAVO PASAJERO (1979)


A los tripulantes de la nave espacial Nostromo les pasa como a mucha gente con las mascotas, que cuándo un huevo de alien decide acoplarse al grupo les hace hasta gracia, pero cuando empieza a correr la sangre cual día de la matanza del cerdo, desearían abandonarlo en la primera gasolinera interespacial. 

Lo que en principio tenía todos los mimbres para convertirse en una epopeya de serie B acabó siendo el magnífico prólogo de una saga que ha llegado hasta nuestros días. ¿Los culpables? Entre otros muchos factores destacan una soberbia ambientación que da todavía mayor empaque a la forma en que está manejado el suspende, y un diseño de la traviesa criatura protagonista por obra y gracia de H.R Giger que ha pasado por méritos propios a los anales de la historia del cine. Sigourney Weaver, mucho tiempo antes del Me Too, encarna  a una tripulante asediada por una criatura mucho más babosa que el mismísimo Harvey Weinstein y que deja claro que las mujeres no necesitan de apolillados héroes de mirada seductora para que les saquen las castañas del fuego.

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