Mark
Lewis es un apocado camarógrafo que tras
una apariencia angelical, casi de gilipollas integral, esconde a un perturbador
voyeur con afición por el noble arte del ensartamiento cárnico femenino.
Uno de los hitos obligados del
cine de suspense, y junto con Psicosis el padre y madre de todas las películas
con psicópata incluido que vendrían después. Los ingleses demuestran que a
retorcidos no hay quien les gane y nos obsequian con una película visualmente a
años luz de los que se veía en aquellos primeros sesenta y que dejan claro una
vez más que el cine moderno no es aquel estrenado a partir del año dos mil.
Michael Powell, su director, ya había dejado constancia anteriormente de su
talento tras las cámaras, pero ahora además dejaba clara sus agallas por
estrenar una película como esta hace ya casi sesenta años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario