Un
grupo de bomberos de Chicago padecerá en sus propias carnes el hobby de un
desalmado con mucho tiempo libre y un excedente de gasolina al que sacar
partido.
Ron Howard nos sumerge de lleno
en las entrañas de un incendio de una forma nunca vista hasta entonces,
convirtiendo a las llamas en un personaje más, y de paso mezcla drama familiar
con una trama policiaca y un romance en ciernes. La película contó con un grupo
de actores de lujo, bueno, y con William Baldwin, lo que hace que unido a las
citadas secuencias que ilustran los diferentes fuegos, la película gane algún
entero frente a una historia de fondo que, aunque interesante, no llega a convencer del todo por exceso de clichés
entre sus páginas.
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