Un
miembro del FBI y un ladrón de bancos surfista, primer premio y accésit en un
concurso de nombres molones, mantienen una curiosa relación de
infiltrado-sospechoso, que lleva al agente federal a divagar entre si cumplir
las normas o saltárselas, ya que se da cuenta que lo segundo es más divertido.
Aunque de inicio puede parecer
una colección de estereotipos y frases hechas, Le llaman Bodhi acaba por
erigirse por méritos propios como una de las cintas de acción de cabecera de
toda la década de los noventa, dejando su directora, Kathryn Bigelow, perfecta
constancia de su excelente manejo dentro del género. Con unos actores perfectos
en sus respectivos papeles, incluyendo a un Patrick Swayze que nunca lució tan
canallita ni atractivo, la película ofrece unas cuantas secuencias de acción que
hoy día, casi treinta años después de su estreno, siguen luciendo igual de
espectaculares y potentes, y eso que en su momento no había nada de croma y si mucho de operadores de cámara un poco locos y especialistas locos del todo.
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