Crockett
Y Tubbs son dos agentes de la división de narcóticos de la policía de Miami que
no pueden molar más. Guapos hasta rabiar, con una puntería de videojuego, más
chulos que John Cobra, billetes para enterrarlos y con el carnet de
empotradores oficiales recién renovado.
Michael Mann desempolva la serie
de la que el mismo fuera productor ejecutivo y dirige una revisión de la misma,
sustituyendo eso sí, el colorido ochentero por una estética más cercana a estos
dos mil. La película visualmente es irreprochable pero no sucede lo mismo en
cuánto a una historia simplona y unos personajes sin desarrollar y a los que
apenas se saca partido. Y es que una vez vista, si algo tenemos claro es que a
esta nueva Corrupción en Miami le sobra romance y le faltan tiroteos. Aunque
también es cierto que echamos en falta al Teniente Castillo original.
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