Vito
Corleone es un mafioso de los de la vieja escuela, asesino y delincuente, si,
pero con honor y valores. Por eso cuándo le proponen incorporar a su catálogo
de delitos el tráfico de drogas y el pago de cuentas B a partidos políticos
decide que por ahí no va a pasar, y pasa lo que tenía que pasar, balaceras a decenas.
Francis Ford Coppola pasó un
rodaje de aúpa, con la verdadera mafia fiscalizando la filmación de la película.
Pero Coppola tenía en la recámara la novela de Mario Puzo, que adaptaba a la
ficción muchos hechos reales, la grandiosa fotografía de Gordon Willis, una
partitura icónica orquestada por Nino Rota y un montaje final de tijeretazo
perfecto. Marlon Brando es el que se llevó todas las miradas de la crítica,
pero el que lo borda es Pacino, secundado de un grupo de actores irrepetibles,
Caan, Duvall, Castellano, Cazale…Y el final de la historia es que El padrino
gustó tanto a la mafia de verdad que la convirtieron en su película de
cabecera. Vamos, una oferta cinéfila que no podrán rechazar.
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