Barry
Lyndon, en su afán por subir peldaños en el escalafón social decide no ir a lo fácil,
que sería afiliarse a cualquier partido político de postín, optando por mentir,
engañar y utilizar a la gente, vamos, lo mismo que cualquier miembro de un
partido político de postín.
Preciosista obra de Stanley
Kubrick que en no pocos momentos se compone de auténticos lienzos sobre el
fotograma, algo para lo que se antoja fundamental el trabajo de John Alcott, viejo
conocido del director, como director de fotografía. Aunque lenta, es menos
aburrida de lo que muchos proclaman, y el detallismo en el diseño de producción
la hace un interesante fresco histórico, con el añadido del perfeccionismo de
Kubrick en el resultado final.
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