Con un planeta Tierra agonizante,
el hombre se embarcará en una odisea espacial en busca de nuevos planetas que
arrasar, nuestra especialidad.
Heredera
natural del 2001, una odisea en el espacio por la utilización metafísica y
científica que hace de la historia, Christopher Nolan se enfrascaba en una
epopeya visual y cinematográfica que, tremendamente interesante en todos sus
aspectos, acaba sin embargo resultando excesivamente pedante en su acto final por
potenciar el apartado erudito. Aún y con todo una obra de obligado visionado
para los amantes de la ciencia ficción y con un ingenio mecánico, de nombre TARS,
que hace importen poco las interpretaciones del plantel de actorazos de la
película.
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