John es un tipo anodinamente
tranquilo que lo único que quiere es llorar la muerte de su esposa en modo
melancolía. Pero hete aquí que unos desalmados le van a tocar las narices, no
solo a él, sino a su pobre perrito, desatándose en el pobre John una mala ostia
que solo podrá calmar a base de tiros en la cabeza y sincronizado jiu-jitsu.
Una
de las mayores sorpresas del cine de acción de los últimos años. Unos directores
debutantes que sin embargo parece han aprendido mucho y bien de sus años como dobles
de acción, un papel hecho a la medida de Keanu Reevus (que bien le sienta el
traje al jodido) y una historia que va mucho más allá de lo que en apariencia
muestra la cinta, y que derivaría en una suerte de continuaciones igual de
buenas que el título que nos ocupa. La mejor moralina a la hora de saber dejar
tranquila a la gente que es tranquila, al menos en apariencia.
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