Ferris
Bueller es un sociópata en potencia, alguien que con tal de pasárselo bien el
es capaz de arruinar la vida de su mejor amigo o hacer creer que su propia
hermana está loca de remate.
Uno de esos títulos llenos de
misticismo de la década de los ochenta con un personaje principal que resulta
odioso en su forma de comportarse y en sus propios actos. Dirige uno de los tótems
de esos años, John Hughes, quien sabe como ofrecer un producto ágil y
entretenido con algún gag para el recuerdo. Pero en mi caso no puedo dejar de
pensar en ese desgraciado de Cameron, y como mientras su amigo Ferris se
despide de los espectadores mirando a cámara y rompiendo la cuarta pared, el
posiblemente haya sentenciado su futuro solo para que su “amigo” pase un gran
día.
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