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Puede
que los nazis fueran muchas cosas, pero no eran unos hipócritas, y es que eran
igual de canallescos con los de fuera que con su propia gente, capaces de
montar un club de esos de lucecitas brillantes solo para espiar a los suyos.
El erotómano de pro Tinto Brass
se sumaría a la moda de la Nazi explotation con una película donde volvía a
demostrar que tenía talento y elegancia en el uso de la cámara, aunque sus filias
siempre fueran las mismas, mostrar la carnalidad a flor de piel. Cuenta además
con un actor de renombre como Helmut Berger por aquello de dar empaque a la
propuesta y una belleza de carnalidad italiana pero pasaporte británico como la
de Teresa Ann Savoy. Una película cuyo montaje entre abrupto y caótico hace
temer recortes a discreción en la sala de montaje. Y es que si lo que quieres es
unificar tu parafilia voyerista con
cierto interés por la belleza formal tu hombre es Tinto Brass.

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