Tom
Stall es un tipo de lo más tranquilo y hogareño, hasta demasiado inane, lo que
pasa es que como los muñecos a pilas, en su espalda tiene un botón de modo
tranqui y otro de modo destroyer. Y ojo cuando se enciende el modo destroyer.
David Cronenberg sigue empecinado
en abordar la metamorfosis humana, aunque en este caso dejando de lado la mayor
literalidad carnal de esta idea presente en títulos anteriores y presentándonos
a un Viggo Mortensen tratando de obviar una personalidad de la que no sentirse
precisamente orgulloso construyendo una nueva identidad a la carta. El director
no se amilana, nunca lo ha hecho, y muestra la violencia que el título spoilea
de forma gráfica y visceral. Y para que veas que no todo es Marvel en el mundo
de los comics, la película adapta la novela gráfica de John Wagner y Vince
Locke.

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