La chavalería ochentera se
divierte con cosas típicas de críos, trapichear, violar o asesinar, eso sí, sin
fumarse una sola clase, no vayan a mandarles un parte a casa.
Perfecto
exponente del cine explotation ochentero de serie Z comandado por una Linda
Blair que, lejos los tiempos de El exorcista (aunque parezca en el presente
título que sigue poseída), se limitaba a ejercer de mero reclamo promocional y
carnal. Malas actuaciones y una dirección de encefalograma plano se unen a un
exceso de violencia gratuita y desnudos a diestro y siniestro (eso sí, solo de
ellas) en un título que sin embargo acaba siendo un placer culpable. Y es que sabíamos
a lo que veníamos.

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