Una adinerada pero
infeliz galerista recibe un manuscrito de su infeliz ex marido, un relato que
hará aflorar en la mujer todos los infelices fantasmas del pasado, vamos, todo
un jolgorio. Y no, no se trata de un relato novelado de las andanzas de Belén
Esteban.
Tom Ford teje una red a varias bandas
para tratar de hacernos pasar un mal rato y lo consigue de pleno, llegando a
presentar secuencias como la del encuentro de la familia Hastings con tres
auténticos hijos de mala madre que llega a ser asfixiante. Con una belleza plástica
como la de las obras expuestas en la galería de la protagonista, la película
presenta a la vez un trasfondo que tiene de todo menos estética preciosista. Y
si el resultado acaba siendo el que es, es gracias a las brutales
interpretaciones de Amy Adams, Jake Gyllenhaal o Aaron Taylor-Johnson, aunque
mi favorito es sin duda ese agente de la ley hecho polvo a quien da vida un
soberbio Michael Shannon.
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