El
joven príncipe Ashitaka, durante un viaje en busca de una cura para un mal que
lo está poseyendo, se meterá de lleno entre el enfrentamiento entre los
guardianes del bosque y los humanos, pasando lo de siempre en estos casos, que
por tratar de ayudar acabará recibiendo de las dos partes.
Dirigida por el maestro (con M mayúscula) Hayao Miyazaki, es una de las muchas maravillas nacidas de esa factoría de animación llamada estudio Ghibli. Una fabula con esa lucha no tan metafórica entre la naturaleza y el progreso como trasfondo y que destaca por su soberbia animación, unos personajes grandiosos (tanto los humanos como las criaturas de los bosques) y una imaginería en lo visual y conceptual fuera de toda duda. Para estampar en la cara los que les gusta decir con bastante despecho aquello de “yo no veo dibujos animados”, y es que La princesa Mononoke es cine (y también con mayúsculas).
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