En
la idílica y apacible década de los setenta un policía de pelo al estilo afro y
tez tirando a oscura decide que lo mejor para demostrar su valía profesional es
infiltrarse en el Ku Klux Klan. Pero lo más curioso no es su descabellada idea,
lo más acojonante es que lo consigue.
Spike Lee no podía dejar pasar la
oportunidad de contar la historia real de Ron Stallworth para continuar
engrosando una filmografía desde la que combatir el racismo y ensalzar el black
power. Con una pátina de comedia negra (ups) que encaja con la propia y alocada
historia que cuenta, por más que sea basada en hechos reales, el director sin
embargo no deja pasar demasiadas secuencias antes de recordar su verdadero
propósito, combatir a través del cine un mal endémico que hoy día sigue muy
presente. Y para que no se nos olvide acaba con un epílogo de los dejar mal
cuerpo.

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