En el Berlín de los años treinta los artistas y clientes del Kit Kat Club dedican su tiempo libre a beber, bailar, reír y desmadrarse. Posiblemente sean conscientes que en breve no habrá muchas ganas de beber, bailar, reír y desmadrarse.
Dos películas en una. De una
parte tenemos un relato de amores imposibles en un contexto histórico y
geográfico donde hay poco lugar para el enamoramiento, mientras que de otra
parte tenemos el devenir diario en un cabaret donde el tiempo parece se ha
detenido y lo onírico e irracional cobra vida lejos del mundanal ruido. De una
parte tenemos una cinta que muestra el gris del movimiento emergente nazi, mientras
que de otra parte el coreógrafo, bailarín, actor y director Bob Fosse, se
regodea en el estilo hipnótico, colorista y casi surrealista del interior del
local donde seremos testigos de varios de los números musicales más recordados
del cine musical. Liza Minnelli enseñaría a maquillarse y peinarse a toda una
generación, pero el personaje más enorme de toda la cinta es curiosamente el
único que no tiene una historia que contar, el grandioso Maestro de ceremonia
encarnado por Joel Grey, quien menos dice pero más parece saber. Pues eso, Willkommen
im Kabarett.

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