Curioso el caso del club de ocio y música Cotton Club, y es que mientras denegaban el acceso a los negros, no tenían problemas en que el lugar fuera frecuentado por gánsteres, mujeres de moral dudosa e incluso diputados provinciales. Así se liaban las que se liaban en el local.
Coppola
aprovecha esta historia plagada de personajes reales entre mafiosos, artistas y
gente influyente, para mezclar en la coctelera el musical al más puro estilo
Corazonada, con el cine mafioso siguiendo la estela dejada por El Padrino, y
aunque no estemos aquí ante una obra con las hechuras de la película del clan
Corleone, sí que podemos disfrutar de una ambientación que hace nos sintamos en
el Harlem de finales de los años veinte, unos números musicales soberbios y
alguna que otra gran secuencia made in Coppola (el montaje paralelo del tiroteo
final a ritmo de claqué es buen ejemplo de ello). Richard Gere y Diane Lane
están arrebatadoramente atractivos pero la mejor pareja de la película es la
formada por los crápulas Bob Hoskins y Fred “Herman Munster” Gwyne. Y si, es
Coppola, de ascendencia italiana, con lo que es normal que toda su familia
trabaje en la película.

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