Un profesor con tendencia a
incumplir las normas más que sus propios alumnos es enviado a una prestigiosa
escuela. Lo que sucede a continuación es que acabaran subidos en los pupitres y
arrancando las páginas de los libros, para que luego digan de la escuela
pública.
Robin
Williams se hace con un papel a su medida en esta conocida cinta melodramática
que tira de sentimentalismo y buenas intenciones para lograr captar nuestra
atención, ofreciendo el histriónico actor uno de sus mejores trabajos aunque
sin desmerecer las interpretaciones del joven elenco que le acompaña. El
resultado es notable, Peter Weir nunca ha entregado una mala película, pero el
legado que la propia película ha dejado en el espectador la hace aún más
grande. Un fijo en las proyecciones escolares, y la película que nos enseño
aquello del carpe diem.
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